Toda historia tiene un final, pero en la vida todo final es un comienzo.
Finales… hasta hablar de ellos me parece complicado, realmente no me gustan, tal vez sea demasiado obsesiva y me apegue demasiado a lo que o a los que quiero, o simplemente pesimista y vea solo un lado del concepto “final” pero me resigno a aceptarlos tratando de encontrarles el lado positivo, algo gracioso o una que otra ventaja.
No todos los finales son malos, son simplemente el cierre de un ciclo, decir adiós, dejar atrás, madurar, continuar, despedirnos o simplemente prometer un hasta luego, el fin de una historia, etc. etc.
Un final siempre trae como consecuencia un inicio, ¿irónico, verdad?, un ciclo se cierra y otro comienza, pienso que todo tiene su razón de ser y todo sucede por alguna razón, a veces los finales son sencillos, cada quien toma su rumbo sin mayor problema, otras veces son demasiado difíciles de asimilar y dolorosos pero siempre nos traen un beneficio, nos hacen darnos cuenta de nuestros errores y hasta cierto punto crecer, sin olvidar que siempre nos traen la oportunidad de comenzar de nuevo, de crecer, de perdonar, dejar atrás y ser felices.
Aprendamos de nuestros errores, perdones a quien nos ha lastimado, decepcionado o traicionado, agradezcamos el fin de un ciclo y aceptemos con mucha esperanza y optimismo lo que venga, pues por muy malo que parezca las personas tenemos la capacidad de cambiarlo con tan solo quererlo.
Y sobre todo superemos los tristes finales y vivamos al máximo los felices comienzos.
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